Aunque por momentos falten ideas, al equipo nacional le sobran entusiasmo y actitud. Sus jugadores quieren hacer historia y salir campeones otra vez.
Una vez más, José Pékerman se salió con la suya. Metió a Colombia en las semifinales de la Copa América del Centenario, en Estados Unidos. / EFE |
A los jugadores de la selección de fútbol de Colombia no los motiva el
dinero, sino la gloria. Todos, con su futuro económicamente resuelto, sueñan
con darle un título al país y quedar en la historia, aunque la mayoría ya lo
hicieron con su brillante actuación en el Mundial de Brasil 2014.
Por eso, así a veces jueguen mal, dejan el alma en cada partido. De eso
no hay duda. Aunque por momentos falten ideas, sobran entusiasmo y actitud.
Las lágrimas de James Rodríguez después de la victoria ante Perú en la
definición por cobros desde el punto penalti y la clasificación a las semifinales
de la Copa América del Centenario no son otra cosa que la prueba de que estos
muchachos aman a su país.
Eso lo sabe el técnico José Pékerman, quien valora más que nadie el
compromiso de sus dirigidos con la selección y con sus millones de seguidores.
Pero el corazón no le hace perder la razón al estratega argentino. Él
quiere ganar la Copa América tanto como sus dirigidos y por eso prepara desde
ya la semifinal del miércoles, en el estadio Soldier Field de Chicago.
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