Nacional jugará una final de Libertadores después de 21 años
En 1989 a Francisco Maturana no lo trasnochaba la final de la Copa
Libertadores. Disfrutó del día a día previo al gran partido contra Olimpia. Sin
muchos afanes. Sabía lo que tenía y confiaba mucho en el grupo de jugadores. Ni
siquiera estar abajo en la serie le puso presión. Parecía ser una semana más.
Lejos de la concentración dejó las presiones, “nos levantábamos, entrenábamos y
cuando nos abrazábamos, después de cada sesión, siempre nos visualizamos siendo
campeones de América. No había tanta angustia”, recuerda.
Todo lo tenía estudiado. Maturana
siempre ha sido metódico. Nunca deja nada al azar. Mucho menos en esa final, en
la que enfrentaba a su mentor, Luis Cubilla. “Fue el que me enseñó, quien me
motivó para optar por esta ruta, quien me formó. Le debo todo a él”. Así que
quiso cumplir al pie de la letra aquel adagio popular que reza que el alumno
supera al maestro. Y no fue fácil. Se dedicó a recolectar información sobre el
cuadro paraguayo. “Más allá del conocimiento que teníamos sobre el entrenador,
mandamos gente a ver los partidos del equipo”, le confesó Maturana a Periodistas
de El Espectador.
A partir de eso, organizó su equipo. Se preparó para darle vuelta al
0-2. Y no fue complicado. “Teníamos fe desde el principio. Nos teníamos que
preparar al máximo. Hay que creer en ese discurso. Las posibilidades de triunfo
las tengo que hacer en mi equipo, no trasladarlas al rival. Tengo que buscar la
mejor expresión”, así que hubo diálogo a lo largo de la semana y cuando llegó
el partido no hubo más que decir. “En ese momento una mirada vale más que mil
palabras”, dice Maturana, quien también asegura que sus jugadores ya estaban
mentalizados. No fue un partido fácil. Incluso, se fue a la definición desde el
punto penal.
Por eso, cuando Leonel Álvarez anotó
el penalti definitivo, se fundió en un abrazo eterno con Hernán Darío Bolillo Gómez. “Ambos
sentimos una despresurización, fue como un gran alivio”, recuerda con una
sonrisa. Se había acabado. Nacional se había convertido en el primer campeón
colombiano de una Copa Libertadores. “Fue el primero de todos los Nacional que
va a ganar Copa Libertadores, o que espero lo hagan. A esos muchachos no los
van a olvidar nunca”.
Hoy, 27 años después de aquel título, Atlético Nacional está cerca de
tocar nuevamente el cielo con las manos, cuando a partir de las 7:45 p.m. (Fox
Sports) juega el partido de vuelta de la gran final, en el estadio Atanasio
Girardot de Medellín, tras el empate de hace ocho días 1-1 en Quito. El sueño
de conquistar América por segunda vez, está muy cerca. Ahora, Francisco
Maturana no vive las cosas tan serenamente como lo hacía antes. Para él es algo
grandioso, que va más allá de todo. Es su equipo del alma, el que sus hijos
disfrutan y del que su nieto, que tiene un año, se pone la camiseta y se ha
identificado con él. “Creo que es un día de fiesta para mi familia, para mis
amigos, para la ciudad. Hay muchas razones para estar felices por esto”.
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