miércoles, 27 de julio de 2016

Pacho' Maturana, el técnico que abrió la ruta gloriosa de Atlético Nacional

Nacional jugará una final de Libertadores después de 21 años

En 1989 a Francisco Maturana no lo trasnochaba la final de la Copa Libertadores. Disfrutó del día a día previo al gran partido contra Olimpia. Sin muchos afanes. Sabía lo que tenía y confiaba mucho en el grupo de jugadores. Ni siquiera estar abajo en la serie le puso presión. Parecía ser una semana más. Lejos de la concentración dejó las presiones, “nos levantábamos, entrenábamos y cuando nos abrazábamos, después de cada sesión, siempre nos visualizamos siendo campeones de América. No había tanta angustia”, recuerda.
Todo lo tenía estudiado. Maturana siempre ha sido metódico. Nunca deja nada al azar. Mucho menos en esa final, en la que enfrentaba a su mentor, Luis Cubilla. “Fue el que me enseñó, quien me motivó para optar por esta ruta, quien me formó. Le debo todo a él”. Así que quiso cumplir al pie de la letra aquel adagio popular que reza que el alumno supera al maestro. Y no fue fácil. Se dedicó a recolectar información sobre el cuadro paraguayo. “Más allá del conocimiento que teníamos sobre el entrenador, mandamos gente a ver los partidos del equipo”, le confesó Maturana a Periodistas de El Espectador.
A partir de eso, organizó su equipo. Se preparó para darle vuelta al 0-2. Y no fue complicado. “Teníamos fe desde el principio. Nos teníamos que preparar al máximo. Hay que creer en ese discurso. Las posibilidades de triunfo las tengo que hacer en mi equipo, no trasladarlas al rival. Tengo que buscar la mejor expresión”, así que hubo diálogo a lo largo de la semana y cuando llegó el partido no hubo más que decir. “En ese momento una mirada vale más que mil palabras”, dice Maturana, quien también asegura que sus jugadores ya estaban mentalizados. No fue un partido fácil. Incluso, se fue a la definición desde el punto penal.
Por eso, cuando Leonel Álvarez anotó el penalti definitivo, se fundió en un abrazo eterno con Hernán Darío Bolillo Gómez. “Ambos sentimos una despresurización, fue como un gran alivio”, recuerda con una sonrisa. Se había acabado. Nacional se había convertido en el primer campeón colombiano de una Copa Libertadores. “Fue el primero de todos los Nacional que va a ganar Copa Libertadores, o que espero lo hagan. A esos muchachos no los van a olvidar nunca”.
Hoy, 27 años después de aquel título, Atlético Nacional está cerca de tocar nuevamente el cielo con las manos, cuando a partir de las 7:45 p.m. (Fox Sports) juega el partido de vuelta de la gran final, en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, tras el empate de hace ocho días 1-1 en Quito. El sueño de conquistar América por segunda vez, está muy cerca. Ahora, Francisco Maturana no vive las cosas tan serenamente como lo hacía antes. Para él es algo grandioso, que va más allá de todo. Es su equipo del alma, el que sus hijos disfrutan y del que su nieto, que tiene un año, se pone la camiseta y se ha identificado con él. “Creo que es un día de fiesta para mi familia, para mis amigos, para la ciudad. Hay muchas razones para estar felices por esto”.

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