Hace un año, después del fracaso del
sí en la votación del plebiscito para refrendar el Acuerdo de paz entre
Gobierno y Farc, que obligó a una nueva negociación, en esta ocasión, con
sectores que respaldaron el No, se firmó en el Teatro Colón, de Bogotá, el fin
del conflicto con las Farc.
Más allá del acto simbólico, fue el
momento en el que empezó el compromiso con la paz. Pero el balance no ha sido
positivo, en especial frente a las víctimas que estarían el centro del Acuerdo,
asunto en el que hay quejas desde algunos sectores porque no se han sentido
representadas.
Así lo reconoce Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y
Seguimiento al Proceso de Paz de la U. Nacional, quien sostiene que el balance
que deja este primer año de implementación del acuerdo es gris. Argumenta que
no se trata de pintar una tragedia, pero tampoco de asegurar que todo está bien
y se está cumpliendo.
Es innegable que el principal logro
del Acuerdo de paz ha sido la disminución de los muertos . La meta de que los
colombianos dejaran de caer en medio del fuego cruzado como había ocurrido
durante 53 años se cumplió. Las cifras hablan por sí mismas: en un año de
confrontación se presentaban cerca de 3.000 muertos, en el año después de la
firma van 78, según el ministerio de Defensa.
La Farc, como fue acordado, entregó
fusiles y empezó a transitar el camino de la participación política. De este
modo, dejaron atrás el recordado nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia y hoy, a pocos meses de participar en las elecciones al Congreso y la
presidencia esperan ser conocidos como Fuerza Alternativa Revolucionaria del
Común.
Sobre los compromisos de las Farc “se
dieron avances importantes como la concentración de la mayoría de sus
integrantes, la dejación de armas, y aunque hay casos de disidencias, el
porcentaje no es alto. El Gobierno quedó corto con el desarrollo de algunas
zonas veredales, pero también hay que decir que se cumplió con todo el proceso
de identificación de los excombatientes, su cedulación y bancarización. Las
Farc pudieron lanzar su partido político”, agregó Vargas.
No ha sido un camino de rosas. La
Corte Constitucional, en el fallo que le dio vía libre al mecanismo “Fast
track” para tramitar las leyes y reformas que garantizarían la implementación
del Acuerdo, le devolvió al Congreso su natural facultad deliberativa frente a
los temas que serían tramitados.
La decisión de la Corte buscaba
preservar la división, el equilibrio y la colaboración entre las ramas del
poder público. Sin embargo, se convirtió en la principal talanquera para el
proceso de paz. Por ejemplo, la Justicia Especial para la Paz (JEP), considerada
el corazón de la implementación, ha tenido un espinoso camino en el Congreso.
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