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El papa, emulando a Jesús de Nazaret en la "Última Cena", lavó los pies a doce personas, en este caso presos provenientes de distintas partes del mundo y de diferentes confesiones religiosas. |
"Cada pena debe estar abierta al horizonte de la esperanza. Por esto no es humana ni cristiana la pena de muerta. Cada pena debe ser abierta a la esperanza, a la reinserción", señaló ante los presos y funcionarios al término de su visita a la cárcel, donde ofició la misa de Jueves Santo.
El papa, emulando a Jesús de Nazaret en la "Última Cena", lavó los pies a doce personas, en este caso presos provenientes de distintas partes del mundo y de diferentes confesiones religiosas.
En concreto eran cuatro italianos, dos filipinos, dos marroquíes, un moldavo, un colombiano, un nigeriano y uno de Sierra Leona. Eran católicos, dos musulmanes, uno era cristiano ortodoxo y otro budista, informó el Vaticano.
Ante cada uno de ellos el pontífice se arrodilló y, con una jofaina y una palangana de plata, lavó y besó sus pies.
"Hoy yo, que soy un pecador como vosotros, pero represento a Jesús, soy embajador de Jesús. Hoy, cuando me arrodillo ante cada uno de vosotros, pensad: 'Jesús ha arriesgado a este hombre, un pecador, para venir a mi y decirme que me ama'", recomendó.
Durante la misa, en el momento de dar la paz entre los fieles, el papa dijo que, probablemente, cada uno de los presos o de los funcionarios tienen en sus corazones "sentimientos contradictorios".
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